Muchos padres suelen esperar a que sus hijos sean mayores para inscribirlos en un curso de natación. Sin embargo, lo que la mayoría desconoce es que mientras más pequeños sean los niños, más rápido aprenderán a nadar y menos resistencias presentarán durante el aprendizaje ya que aún no se han instaurado los miedos.
De hecho, los expertos aconsejan que los niños se relacionen con el agua desde que son bebés ya que a esta edad aún cuentan con el reflejo natatorio y de apnea, un rezago de cuando estaban en el líquido amniótico que les permite desenvolverse en este medio como pez en el agua. Además, se ha demostrado que estar en contacto con el agua desde los primeros meses de vida reporta numerosos beneficios para el desarrollo y la salud del bebé.
¿Por qué los bebés deberían estar en contacto con el agua?
1. Estimula el desarrollo psicomotor
Moverse dentro del agua es un ejercicio muy positivo para el desarrollo motor y muscular de los bebés. Esto se debe a que estimula su libertad de movimientos, reduce la presión en los músculos y articulaciones y agudiza sus reflejos motores primarios. De igual manera, se ha demostrado que nadar incrementa el rendimiento muscular, la movilidad y la rapidez de los bebés. Además, facilita la coordinación de sus movimientos, mejora su capacidad de desplazamiento y fortalece sus músculos y huesos, que aún se encuentran en desarrollo y están muy débiles.
2. Fortalece su sistema cardiorrespiratorio
La natación es un excelente ejercicio para el sistema respiratorio. De hecho, aunque los bebés no naden con la misma intensidad que los adultos, los especialistas aseguran que los beneficios de este ejercicio son aún mayores ya que no solo estimulan el desarrollo de las funciones respiratorias sino que también contribuyen a ampliar la capacidad pulmonar. Además, esa estimulación a nivel de sistema respiratorio aumenta la eficiencia del proceso de oxigenación a nivel celular, lo cual favorece la oxigenación en todo el organismo y en especial, en el aparato cardíaco.
3. Ayuda a que el bebé se relaje
El agua es una excelente terapia para relajar el cuerpo y la mente, un beneficio que también pueden aprovechar los bebés cuando aprenden a nadar. Esto se debe a que estar sumergido en el agua ayuda a distender los músculos, relaja la tensión de las articulaciones y aumenta la oxigenación al cerebro. Como resultado, los bebés que nadan suelen tener un mejor estado de ánimo, se alimentan mejor, concilian el sueño con mayor facilidad y descansan más, en comparación con aquellos que apenas pasan tiempo en el agua.
4. Favorece su socialización
Para los bebés estar en el agua también es un excelente ejercicio de socialización. De hecho, les ayuda a sentirse más relajados y, por tanto, se muestran más abiertos con las personas. Además, es un ejercicio estupendo para fortalecer la relación con sus padres y les ayuda a vencer el miedo ante los desconocidos. En este sentido, varios estudios han demostrado que los niños que aprenden a nadar siendo aún bebés suelen tener una mayor confianza para comunicarse con los demás y para desenvolverse en grupos.
5. Mejora el cociente intelectual
Se ha demostrado que la experiencia temprana en el agua estimula la capacidad de los bebés para percibir de manera más detallada su entorno, lo cual los convierte en mejores observadores y actúa como un estímulo adicional para sus sentidos. Algunos estudios van un paso más allá y aseguran que la natación temprana también puede incidir en la capacidad intelectual de los bebés. De hecho, en la investigación “Proyecto Familia” realizada por del Ministerio del Estado para el Desarrollo de la Inteligencia, se encontró que los niños que recibieron este tipo de estimulación a una edad temprana alcanzaron un promedio de 14 puntos más en las pruebas de inteligencia, en comparación con los bebés que no fueron estimulados.
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Fuente: https://www.etapainfantil.com/beneficios-natacion-bebes